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Plan de Manejo Reserva Biológica de la Cordillera de Sama
son las sequías y las heladas que ocurren con frecuencia en la época de cultivo, acentuadas por la altitud en la que se
encuentra la zona.
Como puede apreciarse, los cultivos de mayor importancia son la papa, el haba y la cebada. Estos constituyen la
base alimentaria de las familias pobladoras de la zona, además de los productos de la ganadería. Se pueden observar
entre estos cultivos, además de la papa, a los que se consideran dentro de los autóctonos como la oca, papa lisa y
la quinua, los mismos que tienen relevancia por constituir parte de los recursos genéticos adaptados a la zona, que
requieren conservarse. Otros cultivos pueden clasificarse como comerciales, entre los que resalta la manzanilla con
12 hectáreas cultivadas, además del ajo.
En cuanto a las hortalizas, su producción y consumo se vienen incrementando desde que se han empezado a cons-
truir carpas solares en las escuelas, luego en grupos de vecinos y finalmente familiares. Estas infraestructuras rústicas,
sirven para la producción especialmente de hortalizas de hoja (repollo, acelga, espinaca, etc.). Más aun, el año 2015, han
empezado a cultivarse hortalizas en invernaderos de alta tecnología con una superficie próxima a los 200 m2. Estos
invernaderos fueron instalados en cada una de las ocho comunidades, con potencial para la producción vertical de
tomate, además de pimiento, berenjena, frijoles y otros.
1.3.3.5.2. Sistema productivo de la cuenca del rio Tomayapo
La superficie cultivada anualmente es de 377 hectáreas, que en términos de superficie cultivada por unidad pro-
ductiva, es de 1,14 hectáreas (Ver Tabla 46). Esta producción se destina prácticamente toda para el consumo familiar,
incluyendo pequeñas áreas forrajeras, inclusive, mencionándose el hecho de que esta población para abastecerse de
alimentos de origen vegetal, recurre tradicionalmente al intercambio con las zonas de valle puesto que la fortaleza
de su sistema productivo se encuentra en la producción animal. Sin embargo, es necesario destacar la importancia
de esta producción que se puede apreciar es bastante diversa, a pesar de los factores adversos presentes como lo
son las sequías y las heladas que ocurren con frecuencia en la época de cultivo, acentuadas por la altitud en la que se
encuentra la zona.
Como puede apreciarse, los cultivos de mayor importancia son la papa, el haba y la cebada. Estos constituyen la
base alimentaria de las familias pobladoras de la zona, además de los productos de la ganadería. Se pueden observar
entre estos cultivos, además de la papa, a los que se consideran dentro de los autóctonos como la oca, papa lisa y
la quinua, los mismos que tienen relevancia por constituir parte de los recursos genéticos adaptados a la zona, que
requieren conservarse. Otros cultivos pueden clasificarse como comerciales, entre los que resalta la manzanilla con
12 hectáreas cultivadas, además del ajo.
En cuanto a las hortalizas, su producción y consumo se vienen incrementando desde que se han empezado a cons-
truir carpas solares en las escuelas, luego en grupos de vecinos y finalmente familiares. Estas infraestructuras rústicas,
sirven para la producción especialmente de hortalizas de hoja (repollo, acelga, espinaca, etc.). Más aun, el año 2015, han
empezado a cultivarse hortalizas en invernaderos de alta tecnología con una superficie próxima a los 200 m2. Estos
invernaderos fueron instalados en cada una de las ocho comunidades, con potencial para la producción vertical de
tomate, además de pimiento, berenjena, frijoles y otros.
1.3.3.5.3. Sistema productivo de valles altos (ladera oriental)
Como puede apreciarse claramente, el principal cultivos en los sistemas productivos de los valles altos (Ver Tabla
46), es la papa como un producto ancestral, indispensable para la subsistencia de la población que la cultiva. Por lo
general, estas comunidades son representativas por poseer una gran diversidad de especies y variedades, sobre todo
en las comunidades más aisladas. Sin embargo, estos recursos genéticos están desapareciendo, amenazados por la in-
troducción de variedades mejoradas con mayor precocidad y potencial productivo, ventajas muy relativas en función
a los requerimientos alimenticios y la resistencia a otros factores adversos.
En estas condiciones de altitud, ya se hace presente el maíz a diferencia de las zonas de puna y pre puna, debido a
que las temperaturas no son tan bajas durante el periodo de cultivo. Este cultivo básico para la alimentación campe-
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Diagnóstico Integral del Área Protegida
sina, es importante también, puesto que en estas condiciones se manejan variedades nativas y bien adaptadas, que es
necesario conservar in situ por su valor genético y su valor dentro de la cultura productiva.
Dentro de esta misma temática de los recursos genéticos, tenemos otros cultivos característicos que han sido
registrados en las encuestas del Censo Agropecuario, como lo son la oca, la papa liza y el yacón. Estos son productos
de la región andina, que fueron domesticados por los pueblos ancestrales, cuyas propiedades alimenticias excepcio-
nales recién empiezan a conocerse. Es posible que existan otras especies que no fueron registradas en las encuestas
como la arracacha y otros de interés.
1.3.3.5.4. Sistema productivo de valle en la cuenca oeste del rio Guadalquivir y los ríos Tolomosa y Camacho
La diversidad productiva agrícola se hace mucho más notable en las condiciones climáticas del valle central de
Tarija, especialmente en la zona aledaña al pie de la cordillera de Sama, en donde además el recurso agua para riego
tiene una disponibilidad privilegiada. Por añadidura, en esta zona se cuenta con mayor disponibilidad de horas frio, lo
cual permite el cultivo de frutales tales como duraznos, peras, manzanas, arándanos, frambuesa y otros. No es así con
el cultivo de la vid, que es el cultivo con mayor potencial económico en el sur del país, puesto que la humedad resulta
más bien desfavorable.
Lo más resaltante, también en las condiciones del valle de Tarija, es que el cultivo de la papa y el maíz siguen siendo
por lejos los más importantes, en cuanto a la superficie cultivada (Ver Tabla 50). Estos cultivos tienen base cultural
ancestral en cuanto a la producción y los múltiples usos en el consumo. Su cultivo se ha transformado en términos
de productividad con la introducción de variedades mejoradas (Revolución, Desiree, Runa Clon, etc.), en desmedro
de sus valores culturales y culinarios (variedad Runa Criolla de carne amarilla, Collareja, Runa Kala, etc.). En cuanto
al maíz, todavía prevalecen cultivos de maíz blando con variedades nativas locales como: Chaparita, Amarillo tupiceño,
Morocho y otros que se consumen tanto en choclo como en grano. Indudablemente, estas variedades nativas que
entrañan la riqueza genética del valle central de Tarija, son objetos primordiales de conservación como parte de las
actividades de la RBCS.
1.3.3.5.5. Superficie cultivada a riego y secano en los sistemas productivos de la RBCS
El total de la superficie cultivada al interior de la RBCS y el área de amortiguamiento, es de 6.573 hectáreas, de
las que 4.020 hectáreas se cultivan a riego representando estas el 61 %, mientras que sin riego constituyen el 18 %,
menos que el área destinada para el descanso de los suelos que alcanzan al 21 %. En términos de superficie cultivada
total, podemos ver que la mayor superficie de cultivo se tiene en la zona de valle, por encontrarse en esta zona el
mayor número de comunidades, siguiéndole la zona de pre puna (municipio El Puente), luego la zona de valles alto, y
por último, la zona de puna en donde el rubro principal es la ganadería (Ver Tabla 61).
En todas las zonas, podemos observar que el cultivo a riego supera el 60 % del área total cultivada, incluso el 77 %
en la zona de puna (Tajzara), excepto, las comunidades de los valles altos, en donde el promedio a riego llega al 33 %,
esto nos muestra que la agricultura que se realiza en el interior de la reserva y su área de influencia se realiza mayo-
ritariamente a riego. Esto se explica en alguna medida, por el hecho de que esta zona es bastante húmeda durante el
periodo de cultivos anuales y porque se encuentran relativamente aisladas y no han sido atendidas con obras de riego.
El alto porcentaje de la superficie que se realiza a riego, se explica por el hecho de que las lluvias no son suficientes
para cubrir el requerimiento de los cultivos especialmente en la zona de puna. En la zona de valles se realizan dos
siembras al año en las que al menos se requiere aplicación de riego suplementario. Los casos de riego exclusivamente
a secano, se producen en los cultivos de forrajes en la zona alta, en el caso de producción de semilla de papa en la
comunidad el Molino en Iscayachi y el cultivo de maíz y forrajeras anuales en las comunidades de valle.
El cultivo a riego está marcadamente unido en la cultura productiva de los agricultores chapacos y lógicamente los
de la RBCS, puesto que forma parte de los saberes ancestrales. En la zona de puna, se pueden ver, que con pequeños
caudales de algunas vertientes, se almacena agua en estanques que luego se derivan a las áreas de cultivos mediante
canales que han sido construidos con las pendientes adecuadas que sus constructores diseñan a “ojo”. Debido a que
muchas de las parcelas se encuentran en pendientes, los productores manejan pequeños caudales para impedir derra-
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